El lenguaje y el TEA (Trastorno del Espectro Autista) están la mayoría de las veces, íntimamente relacionados. Hasta el punto que la utilización del lenguaje por personas TEA puede ser clave para detectar y apoyar el diagnóstico en muchos de los casos.

La prevalencia de niños con TEA es muy superior (4-1) en comparación con las niñas. Aunque en realidad, se conoce por varios estudios publicados que esta cifra no es real, ya que el diagnóstico TEA en mujeres es más complicado de diagnosticar.

Las personas con TEA se refugian en la rutina. Sin embargo, el Trastorno de Espectro Autista es muy heterogéneo y sus síntomas se pueden compartir en mayor o menor grado (discapacidad intelectual, trastornos de comportamiento, etc). Se ha investigado la capacidad de las niñas con TEA para camuflar ciertos síntomas y dificultar de ese modo, el diagnóstico de TEA.

Al igual que otros síntomas, el lenguaje y el TEA pueden complicar el proceso de diagnóstico, ya que en los niños o niñas con TEA puede observarse un retraso del lenguaje y que esto sea un motivo de alarma más para ayudar al diagnóstico, o por el contrario, en menor porcentaje, que los niños tengan un desarrollo superior a su grupo de edad, cuestión que despista a familiares y profesionales. En este caso, las niñas tienen mayor capacidad para camuflar estos síntomas. «Son más actrices, tienen mayor sensibilidad y capacidad para interactuar con el otro».

A medida que estos niños crecen, la barrera del lenguaje se hace más notable, la interacción social se vuelve más extraña. Una persona con TEA usa un lenguaje literal, es decir, correcto gramaticalmente hablando, pero no es capaz de captar dobles sentidos, detectar la ironía, el humor, etc. Suelen tener un tema preferido (casi obsesión), en el que son grandes especialistas, y recurren una y otra vez a dicho tema, sin respetar a veces los turnos de palabra o la continuidad temática de la conversación. Y es que más que conversación, podemos hablar de monólogo, casi no hay existencia de feedback.

Esta literalidad del lenguaje es uno de los puntos débiles de las personas con TEA, ya que no captan el engaño. Por este motivo, las niñas y las adolescentes con TEA  pueden ser presas fáciles “Llevadas por su necesidad de aceptación por el grupo caen en manos de personas que pueden querer burlarse de ellas o, incluso abusar sexualmente”.

Además, las personas con TEA tiene dificultad para organizarse. Por eso es importante crear rutinas y así evitar, en la medida de lo posible, la ansiedad ante situaciones desconocidas o inesperadas.